martes, septiembre 13, 2005

LA MOTO

¿Dónde estoy?, ¿cómo he llegado hasta aquí? Me he despertado hace un par de minutos y me veo acostado en la hierba, cerca de una carretera. Me duele terriblemente la cabeza. Por lo demás estoy bien, como flotando en el agua; no siento nada. ¿Y Sonia? ¡Sonia…..! Aún es de noche, veo las luces del tráfico en la carretera; muy cerca debe de haber una sala de fiestas o una feria, veo destellos de luces de colores. ¡Buena la cogí anoche! Estuvimos celebrando con unos amigos el cumpleaños de mi novia, Sonia, y después de cenar nos bebimos una botella de JB entre las dos parejas. Luego, Juan y Merche, se fueron a una discoteca. Sonia prefería la cama de un hotel, y nos fuimos a buscar habitación en el Caballo Blanco, en la playa de Valdelagrana, a 60 kilómetros de Algar, mi pueblo. No recuerdo mucho más… No sé porqué estoy tumbado sobre la hierba en este prado. Quizás preferimos a última hora echar un polvo al aire libre: el amor a la luz de la Luna es más sano y más romántico. Y más barato: la habitación en ese hotel no baja de los 200 Euros. En fin… ¡Sonia! ¿Dónde está ésta? Intento levantarme, pero no puedo, no tengo fuerzas. Parece que se me han dormido las piernas y los brazos, no los siento siquiera. Tengo mucho frío, eso sí que lo siento, a pesar del equipo de cuero que llevo puesto. Esta tía no habrá sido capaz de abandonarme aquí solo en el campo, porque si es así, me las va a pagar ¿Qué se ha creído ésa? Ah, ahí viene… oigo sus pasos y veo una luz que se acerca, es la luz de una linterna… ¿Dónde llevaba Sonia una linterna? Sonia… ¿Eres tú? ¿A dónde has ido?

– No te muevas, y estate tranquilo –me dice una voz desconocida detrás del foco de luz.

De pronto, el sonido característico de un helicóptero, que se hacía ensordecedor a medida que se iba acercando, me llegaba del cielo, y un potente haz de luz me enfocó. Quise taparme los ojos para protegerme de él, pero no podía mover mis manos. ¿Qué estaba ocurriendo?
El helicóptero se posó a unos metros de mí y bajaron dos personas, un hombre y una mujer.

– Pero… ¿Qué pasa aquí? ¡Eh, oigan! ¿Quienes son ustedes, qué están haciendo? ¿Y mi novia, dónde está mi novia?
– ¡No se mueva, por favor…! No se preocupe ahora por su novia, tranquilícese y no haga ningún movimiento; puede ser peor para usted.
– Qué tal está –le preguntó la chica al hombre que tenía la linterna.
– Bastante mal… Tiene las piernas rotas por varios sitios, no siente dolor y no se puede mover. Creo que es cosa de médula. Otro caso de silla de ruedas permanente.
– Lo vamos a poner sobre la camilla y le trasladaremos rápidamente al hospital de Jerez. ¿De acuerdo?

El helicóptero despegó, llevando en su vientre al herido con el equipo médico. Abajo quedaron las luces intermitentes del coche de la Guardia Civil de Tráfico y la ambulancia, en la que trasladaban el cadáver de una chica joven, que tenía la cabeza abierta y la cara desfigurada por las heridas. La Harley Davidson que había arrancado la valla de protección que enmarcaba la curva estaba tirada y destrozada en el terraplén de la cuneta.

FIN

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